En un paso crucial hacia la construcción de una Colombia más justa e incluyente, el presidente Gustavo Petro ha anunciado la incorporación de nuevos beneficiarios al programa de bonos para adultos mayores en el Catatumbo.
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Esta decisión histórica responde al clamor de miles de campesinos y ciudadanos que han dedicado su vida al trabajo, pero que hoy se encuentran en la más absoluta desprotección.
Aunque la reforma pensional aún no está vigente, el gobierno ha decidido adelantar medidas excepcionales para garantizar una renta mínima a quienes más lo necesitan. Esta es una de las acciones más ambiciosas y trascendentales en la historia reciente de la protección social en Colombia.
El presidente Gustavo Petro: “La deuda histórica con los campesinos y adultos mayores“
Durante décadas, el campo colombiano ha sostenido la economía del país. Sectores como el cafetero, el cacaotero y el panelero han sido el corazón productivo de Colombia.
Sin embargo, los hombres y mujeres que han dedicado su vida al cultivo de la tierra, en especial en regiones olvidadas como el Catatumbo, jamás lograron acceder a una pensión digna.
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Esta realidad es el reflejo de un sistema que, históricamente, ha marginado a los campesinos y trabajadores informales, dejándolos a la deriva en su vejez.
El presidente Petro reconoció esta deuda histórica y anunció que, aunque la reforma pensional aún no ha entrado en vigencia.
Se utilizará una figura de excepcionalidad constitucional para iniciar la entrega de bonos mensuales de $230.000 pesos a todos los adultos mayores del Catatumbo que se encuentran en situación de extrema pobreza.
Esta medida busca cubrir al 100% de los adultos mayores de esta región, incluyendo a comunidades indígenas no censadas y población migrante que ha llegado en los últimos años.
Una vía para garantizar derechos
En un país donde el acceso a la seguridad social ha sido un privilegio más que un derecho, el gobierno de el Presidente Gustavo Petro ha optado por aplicar mecanismos excepcionales para garantizar que ningún adulto mayor en el Catatumbo quede sin protección.
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Esta excepcionalidad se basa en el reconocimiento de la extrema vulnerabilidad de la población, así como en la ausencia histórica de mecanismos de protección para campesinos, indígenas y trabajadores informales.
La Ley 100 de 1993, que regula el sistema pensional colombiano, excluyó de facto a millones de colombianos que nunca pudieron cotizar formalmente a pensión.
El nuevo esquema, que Petro busca implementar en todo el país, comenzará a aplicarse de manera focalizada en el Catatumbo, con el objetivo de sentar un precedente jurídico y social que respalde la universalización de esta medida.

Un esfuerzo financiero sin precedentes
El programa de bonos para adultos mayores del Catatumbo tendrá un alcance significativo. En total, se proyecta beneficiar a 38.237 personas, una cifra que incluye adultos mayores en situación de pobreza extrema, indígenas no censados y migrantes que han hecho parte del tejido social de la región.
El costo estimado de este programa asciende a $52.086 millones de pesos, una suma que incluye tanto la transferencia directa a cada beneficiario como los costos administrativos y financieros asociados al proceso de bancarización y entrega.
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Este esfuerzo financiero, según el presidente Gustavo Petro, cuenta con el respaldo del Ministerio de Hacienda, que ha identificado las fuentes de financiamiento necesarias para sostener esta transferencia durante el tiempo que dure la excepcionalidad.

Avanzar hacia una Colombia con justicia social
El anuncio de el presidente Gustavo Petro sobre la implementación de los bonos para adultos mayores en el Catatumbo es mucho más que una medida asistencial.
Es un primer paso hacia la construcción de un nuevo pacto social, donde el trabajo de campesinos, indígenas y trabajadores informales sea reconocido y retribuido. Es también un mensaje claro de que en la Colombia del cambio, nadie será invisible.
La protección de los adultos mayores es una cuestión de dignidad, justicia y reconocimiento histórico. Con este programa, Colombia comienza a saldar una deuda pendiente y a construir un país donde envejecer no sea sinónimo de pobreza y olvido, sino de respeto y gratitud.